TOYO ITO
Las salinas de Torrevieja ocupan un pequeño territorio cercado y amenazado por la construcción masiva de urbanizaciones. La quietud y pesadez de sus aguas de color malva-rojizo y la atmósfera y vegetación que rodean la laguna todavía imponen ese sentimiento ambivalente mezcla de desasosiego y serenidad que produce la naturaleza en su estado primigenio. Cerca de su orilla, más de lo permitido y de lo deseado, Toyo Ito ha proyectado el Parque de la Relajación, un conjunto de tres edificios y su entorno paisajístico donde se realizarían los baños considerados medicinales que la gente toma en la laguna, algo así como un Balneario de Lodos. El parque de la Relajación se paralizó por denuncias medioambientales y el único edificio levantado ha sido abandonado a la inclemencia del tiempo y de la gente. Asaltado por ladrones y gamberros, se ha convertido en un refugio de yonquis, aún así, hay algo romántico en su deteriorada y todavía hermosa imagen que evoca el turbador mundo de la ciencia ficción donde no hay futuro sin pérdida. Hay quien lo asemeja a una caracola y quien a una nave.
Toyo Ito muestra con franqueza su intencionada investigación constructiva dibujando un cuerpo de madera cilíndrico que parece retorcerse sobre sí mismo en espiral y, como un animal que avanza arrastrándose por la tierra, se curva hacia un lado y hacia el otro ensanchándose en su parte central y estilizando hasta cerrarse uno de los extremos mientras el otro se abre como una gran boca. Su revestimiento metálico de color rojizo cambia de tono con la luz y la humedad. No hay simetría ni ninguna regularidad deducible visualmente ni tampoco se puede captar la forma en su totalidad excepto si la miramos con atención desde distintos lugares y después la recomponemos en nuestra mente. Las líneas estructurales siguen una espiral que se extiende a través de anillos concéntricos que, desviados unos de otros, introducen un contrarritmo, multiplican los puntos de fuga del bucle y crean numerosos vórtices provocando una sensación de continuo movimiento especialmente en su interior donde las espirales concéntricas giran sin cesar aunque solamente en nuestros ojos. El edificio se asienta sobre una ligera colina artificial hecha para la ocasión en la zona llamada la Punta de la Víbora pero, ya que ha traspasado el perímetro protegido que es llano, yo hubiese preferido que el edificio no se levantara sobre el nivel de la tierra sino que emergiera de ella, como la laguna. Que el ver y ser visto que impone la altura fuera el sentir y ser sentido que reclama el lugar.
El Parque de la Relajación ha superado las denuncias y va a ser retomada su construcción. Una vez terminado, y en cumplimiento de la función acordada, formará parte del recorrido turístico-sanitario que ofrece Torrevieja, ¿a qué tipo de relajación se verán expuestas, entonces, las salinas?
Teresa Lanceta Aragonés
Alicante noviembre 2007