Se inauguró la Plataforma Petracos en el Palacio de la Diputación de Alicante. Se presentaron los siete temas de los que trata y, a la espera de la publicación de un catálogo que recogerá todas las propuestas y sus desarrollos, os adelante el texto que dediqué a la plataforma2 relacionada con el trabajo, los innovadores y los polígonos industriales.
Medir el trabajo
¿Cuánto trabajo de otros hay en tu vida?, ¿cuánto trabajo tuyo en la de ellos? Si pudiéramos medir cuánto trabajo es intercambio, cuánto es necesario para el bien común, cuánto para la solidaridad, cuánto es usurpado, robado, cuánto aniquilado y cuánto desperdiciado. Si midiéramos los beneficios (o los perjuicios), el destino y las consecuencias del trabajo más allá de los cálculos y gráficos de las empresas…….
Adaptarse a un futuro de mínimos costes medioambientales exige un esfuerzo creativo extraordinario. Pequeños núcleos empresariales, que pueden moverse ágilmente y suman la aportación de todos sus miembros, muestran continuamente su eficacia. Ubicados en lugares periféricos (ex-céntricos), garajes, naves industriales incluso en viviendas, estos inventores free lance llenos de imaginación fraguan con medios precarios importantes avances tecnológicos. ¡Gracias!
La actuación como empresarios-negociantes-avaros de ciertos innovadores lastra el desarrollo de la investigación tecnológica mermando considerablemente la sostenibilidad social y medioambiental de los proyectos, algo que contradice el espíritu creativo y transformador de la ciencia. En la primera mitad del siglo XX, algunos de los científicos más importantes se vieron arrastrados a la creación de la bomba atómica, no por avaricia económica, sino por el deseo de seguir sus propias investigaciones; más tarde se arrepintieron profundamente porque nada justificaba las muertes y la destrucción, ¿se arrepentirán alguna vez los innovadores avaros de no haber actuado bajo las premisas del bien común?
Buscarse la vida. Dícese de una práctica inadmisible cuando amplios y (o) determinados sectores de la población (a veces países enteros) no tienen acceso al trabajo y, por lo tanto, están obligados a “buscarse la vida” de manera improvisada y precaria. En cambio, en momentos precisos, puede llegar a ser una experiencia enriquecedora si se ejerce con un alto grado de invención, buscando cambios. Por su excepcionalidad y por su disidencia creativa, los que se buscan la vida son buscadores de resquicios que amplían el mundo, la sensibilidad y la crítica.
¿Cuánto trabajo de otros hay en tu vida?, ¿cuánto trabajo tuyo en la de ellos? Si pudiéramos medir cuánto trabajo es intercambio, cuánto es necesario para el bien común, cuánto para la solidaridad, cuánto es usurpado, robado, cuánto aniquilado y cuánto desperdiciado. Si midiéramos los beneficios (o los perjuicios), el destino y las consecuencias del trabajo más allá de los cálculos y gráficos de las empresas…….
Adaptarse a un futuro de mínimos costes medioambientales exige un esfuerzo creativo extraordinario. Pequeños núcleos empresariales, que pueden moverse ágilmente y suman la aportación de todos sus miembros, muestran continuamente su eficacia. Ubicados en lugares periféricos (ex-céntricos), garajes, naves industriales incluso en viviendas, estos inventores free lance llenos de imaginación fraguan con medios precarios importantes avances tecnológicos. ¡Gracias!
La actuación como empresarios-negociantes-avaros de ciertos innovadores lastra el desarrollo de la investigación tecnológica mermando considerablemente la sostenibilidad social y medioambiental de los proyectos, algo que contradice el espíritu creativo y transformador de la ciencia. En la primera mitad del siglo XX, algunos de los científicos más importantes se vieron arrastrados a la creación de la bomba atómica, no por avaricia económica, sino por el deseo de seguir sus propias investigaciones; más tarde se arrepintieron profundamente porque nada justificaba las muertes y la destrucción, ¿se arrepentirán alguna vez los innovadores avaros de no haber actuado bajo las premisas del bien común?
Buscarse la vida. Dícese de una práctica inadmisible cuando amplios y (o) determinados sectores de la población (a veces países enteros) no tienen acceso al trabajo y, por lo tanto, están obligados a “buscarse la vida” de manera improvisada y precaria. En cambio, en momentos precisos, puede llegar a ser una experiencia enriquecedora si se ejerce con un alto grado de invención, buscando cambios. Por su excepcionalidad y por su disidencia creativa, los que se buscan la vida son buscadores de resquicios que amplían el mundo, la sensibilidad y la crítica.